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sábado, 2 de abril de 2016

Mis hijos vampiros

Hola,  hoy quiero hacer una confesión.  Tengo 2 hijos vampiros.  Sí ,  como lo lees. No vuelan,  no tienen largos colmillos ni capas y mucho menos vivimos en una colina alejada de la civilización.


¡La verdad es que sospecho que gozan de una especie de superpoder con el que absorben toda mi energía, mis ideas, mi tiempo y hasta la última gota de mi sudor!  Algo me está pasando que apenas pongo la cabeza en la almohada y caigo en un profundo sueño como si fuera una especie de hechicería.
Si a ti te sucede lo mismo que a mi, tal vez tengas hijos vampiros.
Como madre que eres, sabes cuanto se anhela llegar a la casa e ir a los brazos de Morfeo después de un día en el trabajo o después de una tarde en parque en el que tuviste que seguirlo mientras corría libremente recorriendo cada rincón y cada juego. O cuanto se anhela sentarte a tranquilamente a disfrutar un plato de comida sin pensar en que el pequeño gateador encontrará algo en el piso y mas rápido de lo que te imaginas, ya se lo habrá llevado a la boca. Mientras tanto la hija mayor te grita desde la regadera cosas como:  ¡mami me cayó shampoo en el ojo! o ¡mami, olvidé mis toallas!
En esas tardes cuando regresas cansada después de un largo día de trabajo, y tu hija te espera emocionada  para que veas  el dibujito que hizo sobre la pared que recién decoraste y a ti solo se te ocurrió lamentarte que te tendrás que redecorar esa pared.
Desde el amanecer hasta que la casa se queda en silencio,  mamá  está ahí para darlo todo. Sin condiciones, sin más que su amor incondicional y su entrega total.
El caso es que mientras todo sucede tan rápido y a veces la energía y la paciencia se agotan, nosotras pensamos ¿cuándo crecerá  y dejará  de regar sus juguetes por toda la casa? ¿cuándo dormirá una noche sin interrupciones? ¿cuando podré tomarme un día libre?

Y la respuesta que buscamos en ese momento de desesperación parece tan lejana y hasta inconcebible.
La realidad es la siguiente:  algún día no muy lejano ese vampirillo te pedirá  que le dejes sólo un rato, para leer, para jugar videojuegos todo el día..  después tal vez te pida que le dejes ir a esa fiesta, pero seas invisible porque se siente grande y le averguenza un poco tu presencia.  Y no mucho después buscará una universidad a 1000 kilómetros de distancia donde estudiará la carrera de sus sueños. 
Entonces te alegrarás por por sus logros, y al mismo tiempo desearás que lo piense mejor y vuelva al nido...
Recordarás cuando era un vampirillo y lo único que deseaba era estar pegado a ti las 24 horas del día, 7 días a la semana, 365 días al año,  absorbiendo tu energía y lamentarás haber borrado sus murales de crayola en la pared recién decorada o no haberle contado aquella noche por décima vez el cuento de superheroes que tanto le gustaba y ahora ya ni recuerda.
Date cuenta que ahora los colmillos de esos vampirillos están bien afilados y sedientos te tu amor y atención. Algún día, más temprano que tarde, estarás vieja y arrugada asomandote por la ventana con la esperanza de que él y sus pequeños vampirillos lleguen a pasar una felíz tarde a tu lado.

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